En esta época del año, en la que siempre se potencian valores como la bondad, honestidad, solidaridad, gratitud, etc. Recuperemos tradiciones familiares y fortalecemos los lazos que nos unen (aunque en el mundo de los adultos en ocasiones tambien afloran los conflictos que nos separan), para los niños son momentos cargados de ilusión, de magia, independientemente de si mantenemos o fomentamos la historia de los Reyes Magos, Papá Noel, o quien quiera que sea el que trae los regalos a nuestro hogar.
Con este tema solemos aprovechar esa ilusión e inocencia de los niños, para «fomentar» esos valores deseados, amenazando y chantajeando (aunque sea de manera inconsciente, porque toda la vida se ha hecho así) con que si no se portan bien, no tendrán sus regalos de navidad. Ahora, esto ya se ha hecho extensible a los regalos o no por las notas a final de curso, o de cada trimestre, por ejemplo. A la alabanza en exceso cada vez que nuestro hij@ se comporta como nosotros consideramos que es lo adecuado…
Quiero aprovechar esta época del año, porque quizá sea cuando más se ve, pero continuamente estamos chantajeando a l@s niñ@s para lograr que se comporten como deseamos y que aprendan lo que consideramos que tienen que aprender. Os invito a pensar qué es lo que pretendemos conseguir con ese chantaje, y qué es lo que realmente conseguimos.
Intenta recordar tu infancia, o intenta ponerte en el lugar de un/a niño/a ¿qué estas aprendiendo? ¿Estás interiorizando los valores, o es algo que hay que hacer así cuando te ven, pero que te puedes saltar si no te ven o no te pillan? ¿Qué estás aprendiendo sobre ti? ¿Tú eres el agente que controla tu comportamiento? ¿O tu comportamiento depende de la opinión de los demás? ¿Cómo se aprende a pensar, confiando ciegamente en lo que te dicen los adultos, porque sí, porque son adultos y tienen toda la razón?
Y nosotros ¿Por qué actuamos como actuamos? ¿Porque se ha hecho toda la vida así? ¿Es esta una razón de peso? ¿Porque obtenemos el efecto deseado a corto plazo? ¿Pero pensamos en las consecuencias que esto puede tener a largo plazo? ¿Qué queremos, adultos obedientes, o adultos críticos?
Espero que estas preguntas os ayuden a cuestionaros «lo que funciona», y «lo que se ha hecho toda la vida así, y tan mal no estamos» (puedes leer más sobre este tema aquí).
Educar con premios y castigos (chantaje), se basa en el placer y en el miedo, esto de por sí no es malo, ya que nuestro comportamiento se basa en el placer y en el miedo. El problema es cuando la regulación viene desde fuera. Si queremos adultos críticos, y mentalmente sanos debemos permitir a l@s niñ@s pensar, ¡equivocarse!, y reparar sus errores. De esta manera ellos serán capaces de ser responsables de sus actuaciones y desarrollaran valores que contribuyan a la sociedad, sin necesidad de un agente de castigo externo. Sin embargo, si continuamente estamos corrigiendo, marcando, hablando por ellos, escondiendo, premiando, y castigando, educaremos niños con una necesidad de control externo, confusos en cuanto a los valores, ya que muchas veces para regular su comportamiento, les mostramos nuestra peor cara. Y lo que es peor, van a ser dependientes de la opinión de sus referentes, (padres, profesores en primera infancia, amigos en adolescencia), van a necesitar de la aprobación externa para comprobar si lo están haciendo bien o mal. Y esto, en mi opinión, es un arma de doble filo.
Podemos guiar sin adoctrinar, ayudar a que vayan escuchándose a sí mismos, a sus emociones, y que vayan autoregulando su comportamiento. En Disciplina Positiva tratamos de dar ejemplo y herramientas para que esto suceda, en lugar de dar sermones y ordenes. Los resultados a corto plazo suelen ser menos inmediatos que con los premios y castigos, aunque tambien los hay, y puedes ver a niños muy pequeños gestionando la ira de forma que podría dar una gran lección a muchos adultos. De todas formas preferimos enfocarnos en el futuro, y en los resultados a largo plazo.
¿Os atrevéis a intentar cambiar de mirada?