¿Suena bien verdad? Imagínate un día maravilloso, y tú, de pie, al lado de la piscina de tus sueños. Algunos nos imaginamos una piscina en un entorno de montaña, otros al lado del mar, otros se la pueden imaginar rodeados de nieve en aguas termales,…
¡Qué ganas de tirarte al agua, verdad! Los hay que se tiran sin pensárselo, otros vamos poquito a poco, probamos el agua con la punta del pié, parece que nos animamos, y cuando ya casi estamos dentro, nos acordamos que no llevamos el gorro, o las gafas. Hay quien no necesita ni gorro, ni gafas.
Cada uno tenemos nuestra piscina de los sueños y cada uno tenemos nuestra manera de zambullirnos.
Y a veces tardamos años en tirarnos de cabeza a la piscina de nuestros sueños. Hemos estado en ella, a la orilla, nos hemos salpicado, incluso algún pequeño baño nos hemos dado, pero no nos hemos atrevido a tirarnos a ella de cabeza.
¿Alguien se siente identificado?
Yo he tardado años en tirarme a la piscina de mis sueños. En la presentación del blog os contaba que los hijos te remueven y te hacen que conectes con lo realmente importante en la vida. Así me ha ocurrido a mí, pero no es necesario tener hijos para darnos cuenta de esto. Hace poco escuchaba una conferencia de Víctor Küppers en un evento TEDx, y hablaba de esto precisamente, que las personas vamos por el mundo “como pollos sin cabeza” hasta que algo, normalmente un acontecimiento impactante, te hace pararte, buscar tu cabeza, ponértela sobre los hombros y pensar sobre qué es lo realmente importante en tu vida. Y qué gran verdad, estamos tan metidos en la rutina que no nos planteamos nada más, y hay veces que cuando la vida nos sacude, ya es demasiado tarde para reparar algunas cosas. No dejemos que esto ocurra. No nos olvidemos de lo importante que es demostrar nuestro cariño a las personas que queremos, no olvidemos que no merece la pena perder el tiempo con enfados por malos entendidos, o por suponer más de la cuenta. No olvidemos que no vamos a estar aquí eternamente, vive cada día.
Hoy quiero aprovechar para seguir agradeciendo, a mis hijos de nuevo, porque todo lo malo que hemos pasado juntos (que da para mil posts), nos ha servido para aprender y crecer. A nuestra familia, por acompañarnos en lo bueno y en lo malo. A todos los amigos que nos transmiten día a día su cariño. A Marisa Moya, porque fue la mejor anfitriona que podía haber tenido la Disciplina Positiva en España, y tengo la suerte de que sea mi entrenadora. A todos mis compañeras/os de los talleres de certificación (aunque las primeras de familia ocupan un lugar especial en mi corazón, lo siento), porque me he llevado unas amigas, consejeras y compañeras de camino inigualables. Y por último, pero no menos importante, a mi pareja, por confiar en mí, por apoyarme, acompañarme y tirarse a la piscina conmigo.
Y me vais a permitir que hoy haga una dedicatoria especial a la persona que me dio el título para esta entrada. Gema, tírate a la piscina de tus sueños.
Si me queréis contar cuál es la piscina de vuestros sueños, estaré encantada de leer vuestros comentarios.
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¡Muchas gracias por estar ahí!
Qué bonito Danae! Y qué real! La piscina de mis sueños está muy concurrida porque no es una piscina sino un spa con un montón de opciones personales y muchas compañeras de ese taller de familas de mayo. Me encanta la forma de visualizarnos que nos has regalado a todas… Feliz chapuzón Danae!
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Me encanta tu SPA Charo! Allí nos veremos. Besos
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Ay, Danae… Gracias… ¡¡Me ha gustado mucho!! Gracias por tu aliento. Tirémonos a la piscina… Marisa Moya nos enseñó a nadar y todas las compis estamos en el agua pendientes unas de otras por si necesitamos un flotador, jeje. ¡Un besito, preciosa!
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Así es María! Nos encanta nadar! Un besazo
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Me ha sorprendido positivamente ver lo bien que te expresas, estas haciendo un blog muy chulo, felicidades por dar el paso y ánimo para seguir día a día con ello, seguiré de cerca tus publicaciones porque creo que tenemos puntos de vista muy parecidos.
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